lunes, 24 de septiembre de 2007

Vinos de diseño

A menudo se ha dicho que uno de los más fuertes cambios introducidos en el modelo competitivo por las TIC ha sido el gran poder de elección que el demandante ha pasado a tener. Desde luego, si comparamos el modelo de competencia empresarial actual, donde cualquier producto base se desarrolla a lo largo de una amplia gama de prestaciones opcionales en un intento de optimizar la relaciones con el cliente con el sistema de producción en serie, con los modelos de Taylor y Ford, donde el coche por supuesto sería del agrado del consumidor siempre que este lo quisiera negro o negro, el asunto ha cambiado sustancialmente.

El uso de las TIC y muy particularmente Internet ha dotado al cliente y sobre todo al consumidor final de unas herramientas para el conocimiento y la información asombrosas, como nunca antes habían existido.

Consecuencia de todo lo anterior ha sido la aparición de empresas virtuales y un amalgama de servicios on-line que abarcan desde la siempre puesta a disposición de bases de datos como los listines telefónicos a callejeros en 3D o visitas virtuales a museos. Algún día las agencias de viajes tendrán que empezar a plantearse remodelar su modelo de negocio.

Por su parte, las empresas llevan tiempo ofreciendo sus productos en red, con modelos organizativos externalizados de los puntos de venta físicos la más de las veces. Ya no es novedad pues que una empresa ponga a disposición de sus clientes un carrito de la compra en Internet; lo que, aunque tampoco es novedoso, resulta en cambio menos usual, es que a través de Internet las empresas pongan a disposición del cliente la posibilidad de personalizar su producto, convirtiendo así una vulgar compra en una experiencia de compra en la que los trámites meramente transaccionales queden relegados a un segundo o tercer plano frente a la conversión de un proceso de selección en un servicio de personalización del bien a adquirir.

No es inusual verlo en el mundo de la automoción. Mercedes-Benz tiene, por ejemplo, una completísima aplicación que le permite al usuario personalizar su vehículo casi tanto como quiera. Tampoco es inusual verlo en el mundo de la moda, aunque ahora anden algunos revolucionados porque Armani se haya decidido a vender on-line, cuando años hace que muchas casas lo hacen y algunas tan asequibles como Ralph-Lauren incluso ofrezcan servicios de personalización de camisas y polos en sus webs.

Sin embargo, lo que yo no me esperaba, la verdad sea dicha, es que también se pudiesen criar vinos on-line. Pues sí, como lo oyen. ¿Alguien quiere convertirse en viticultor? Pues es muy fácil. En California, una empresa se ofrece para realizar todo el proceso. El cliente en este caso puede elegir por Internet todo los detalles del proceso. Desde el tipo de uva hasta la etiqueta, pasando por supuesto por el tiempo de envejecimiento o el tipo de barrica. ¡Más fácil imposible! Y por si fuera poco, además, el cliente no tiene nada más que mirar por una cámara web para observar cómo va el proceso o intercambiar mensajes con los trabajadores de la bodega. ¡Ahí es nada! La empresa se llama Crushpad y no sólo venden en EEUU sino también en otros 8 países. Además, están pensando en instalarse en la Borgoña francesa.

La noticia completa en La Razón.


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